30.10.12

papeles perdidos (de superaciones y uno de cada)

Octubre de 2011
Y es entonces que a ésta hora intento
configurar lo que tengo adentro, ponerle
un nombre-

Ignacio es eso que siento cuando estoy
recostada en una habitación que parece
ya no ser mía, ya
nunca más serlo

es un vacío

tan grande como lo que cabe en mis ojos al mirar a través de la ventana
hoy me dolés como me duele Concordia
porque es donde vengo, eventualmente
a creer que puedo sanarte
donde todos me convencen
que vas a pasar
y probablemente, y hasta entonces

la misma Concordia a la que hubiera querido traerte
pero hoy tengo un vacío
y si te llamo ahora por ahí me atiendas, y
lo remarques
y lo subrayes, con
la fibra que me regalaste
un día que

tan lejos quedan los días
en los que te esperaba y nos queríamos
yo no te puedo sanar, Ignacio
porque no lo busco

y como el dolor de otra persona

es un vacío

pretendo jugar
a que el edificio de enfrente
es tanto un ojo tuyo
y el que no me daba miedo,
aunque fuera raro ver celeste
a contramano

en poco tiempo
la cama nuestra no va a estar
y en parte ya no está
tu parte, tan poco tuya, que
tan bien supimos robarle a los descuidados
ya no es ninguna cama en la que pueda acostarme
¿sabés lo que duele eso?

es un vacío

que no encontré llenar
con lo que tenía en el bolsillo
y es que nosotros nunca tuvimos nada
y eso era estar vacío también

era bajar por Salguero hasta Las Heras
a cualquier hora
y nombrarte
y beber y pajearme
bajo tu nombre completo,

eso
no sólo es el vacío, sino también el sentimiento
de no tener nada, de
mirar el teléfono y saber que
ayer, hoy, pasado mañana
podía llamarte, y tanto tenía que hacerlo
pero preferí el vacío y el silencio

Ignacio, ésta
es una casa que abandono, en breve
como abandonaré la mía
porque la mataron
la mataron y estamos jodidos, estamos
jodidísimos
y ya no puedo contártelo

Concordia todavía existía y yo
quería traerte
pero ahora mismo
ésta noche maldita, que tanto se parece al infierno
el edificio de enfrente
es tu ojo marrón
y el otro que me sonaba más bien a verde
y las cuatro cosas van a caerse
pero no así el infierno, y vos
¿podés dibujar el infierno?
yo podré intentar describirlo, vos
¿podrás dibujarlo?
porque en un mundo en el que todo se arregla mediante pedazos de papeles
¿todavía creés en nosotros?

es un vacío
que me pesa como si estuviera lleno,
como si estuviera llena.


a Ignacio, en todas sus formas heterocromáticas: 
todos nos caemos a veces, 
y así como me dolía, y dejó de dolerme, a vos también dejará de dolerte el abismo,
pensá que a esto lo escribí hace más de un año,
exactamente en la noche en que Concordia se prendió fuego
y ya no supe más cómo llegar a ella.