21.10.12


me enamoro de las cosas
de los objetos que miro fijo
cuando me dejo ir, me dejo hacer
aquello que se supone va a sanarme, pero me mata tejido
que arrojan al tacho de residuos patológicos, como a mi alma
soy un pedazo de carne
y ahí arriba, a veces
siento que me muero un pedazo más

la oda a los objetos punzantes
(y después se preguntan qué es toda esta cantidad de acero quirúrgico en mi cuerpo)
agujas, generalmente, que inyectan o extirpan
agujerean
punzan o me envenenan remedios
y que más de una vez me habrán limpiado el plasma
de una cantidad desmedida de alcohol

maravillosas toxinas en el fondo de este vaso de ron

no, sin ser agujas
todo clavo que gira es tornillo
y los hay más tornillos que clavos, en todas partes
eso me quedo mirando fijo
en el campo magnético, en la descarga de electricidad
en la punción o en la sanación

ayer Mariscal dijo
“simplemente desviaré el dolor”
es cierto, trocamos seis pinchazos izquierdos por apenas uno
uno que a pesar de mi risa ni siquiera pica
y cómo no iba a ser gracioso
enamorarme de la sábana
mientras me clavaba el corticoide

no me pensó acostumbrada
ni me pensó tan poco vieja
¿y acaso debería portar un bastón a esta altura?
uno que se asemeje a todas mis condolencias
que me sirva para pisar mejor
aquel pasado del que me jacto

e insisten con que respire hondo
cuando a esta altura soy mínimo, un agujero
un pedazo de carne
que emana humo, veneno y alcohol

¿y aún así?
¿me podés querer así de rota?
¿cómo osás amarme así de agujereada?

hay días en que las paredes son simples muros
de los que mi cuerpo ajado se aleja
y no las utiliza para sostenerse
o para volver a aprender a caminar

solés hablar de esa película, o es que me olvidé de patrón
pero él habitaba una piel ajena, reconstruida
y el opio lo hacía olvidar
¿entonces qué es esto?
no es más que olvido, el sexo
una media sonrisa de vidrio empañado
la perfecta mordida sobre tu pecho condensando
deseos, o
(ese era un poema anterior)

no es más que olvido, mi amor
a la adoración de los objetos
porque cuando estás adentro
erecto en la más puras de las formas
casi que no pienso
que a éste pedazo suelen entrarle con toda clase de asquerosidades punzantes
con la excusa de sanación

a veces hasta se las dejan sobre la mesa de luz y las tengo que tirar yo
(ni que fueran preservativos)
con el miedo ridículo de que alguien más pueda lastimarse

como si vos no pudieras lastimarte ahora
con mi manera insaciable de buscarte en el cuerpo
una yuxtaposición etérea con el mío
que te arroja a mi lado sin aliento
sin posibilidad de réplica
y seguramente con temor

estupideces convencionales
de quienes presuponen que el problema está mucho más arriba
pero ahí también han entrado
con barro y electrodos
y el umbral del dolor se difunde
en cada puñalada

a esta hora ya es cansancio, uno que no niego
de tantos años de cabalgar un enorme terreno
en el cuál hasta la más minúscula de las piedras se transforma en enemigo
por evadir a las montañas reales de la superación animal

mi amor, vos y yo jugamos
al entrelazamiento de nuestras partes
en una cuerda pagana de ocho miembros
que oscilan una jaula de la que generalmente quiero salir

si no lo viste en mis dedos ensangrentados, en lo que oculto debajo de las uñas
entonces no entendiste que hay días en los que me ahogo a propósito.