30.8.12


cuando pase un año tiraré una piedra al río
esas no vuelven

quienquiera sea se preguntará por qué vuelvo yo

te digo que a esta hora
ni esto es un poema
ni amor
ni para nadie

te cansaste de delimitar una sombra siniestra

has crecido, tallo
pero probablemente más tu raíz

tiraré una piedra al río
porque el final del verano quedaba en Concordia
deberíamos ir, dijiste
debería llevarte, pensé
pero hace tiempo que no me llevo ni siquiera a mí

las sombras siniestras no mueren
y las piedras del río no vuelven

probablemente no amaré en tiempo
se me secó la garganta
estos días no son casuales

a veces pienso que no puedo existir sin tus pulmones
pero he existido y prevalecido

no sé qué queda de la mujer de pelo largo
esa de la que dijiste haberte enamorado
ni del agujero en el escritorio

no sé a quién vas a mostrarle este no-poema
en qué vas a pensar
pero yo sí pienso, en Chaparro y en el opio
en el pasto y en el piso

y pienso mucho en la noche en la que me regalaste una piedra
para que rompiese lo que quisiera
los dos sabemos que quería
queríamos todo lo que seguía

de verdad ya no te quiero

quiero al hombre que se erguía al lado de Alex
se reía de él, y de mí
que se me clavaba en el cuerpo como una daga
y ese hombre está muerto, como todos mis amores

vos estás ahí porque yo estoy acá
nunca te olvides de eso

y yo estoy acá porque alguna vez naciste

porque un día miraste al río
y me pensaste más bien Ofelia y no Julieta
pero soy Julieta y tu don es veneno

así que esto, que no vamos a leerle a nadie, es mi tregua
mi soga, Jolene

cuando pase un año voy a estar en el río
como cuando en el mar, dibujaré mi nombre sobre el tuyo
recordaré eternamente que hemos muerto
que la forma que tenemos ahora es imposible de ser amada

que pase lo que pase

si de verdad, podemos tener 21 años de nuevo
si podemos gritarle a los autos
romper cosas
entrar a mi casa y refregarnos contra las paredes
leer con la escasa luz que entra por la ventana durante las tardes
en voz alta
si puedo yo olvidarme de todo

entonces cierro la puerta

(para mi amor, el río)
y caigo rendida ante tus piernas
hasta el último de los amaneceres.