3.3.12

si te me enroscas entre los dedos
acercándote lo suficiente como para
enterrarme de canto en tus vértebras, como para
susurrarte el silencio

vos-yo
un desorden de cuerpos
que reptan sigilosamente debajo de las sábanas
y se clavan las espinas

quedate intermitente
que los días se pueden estirar, masticables
como tu cuello.

(y si me caigo rendida ahora, asesiname)
come on, come on / you think you drive me crazy / come on, come on / you and whose army? / you and your cronies / come on, come on / holy roman empire / come on if you think / come on if you think / you can take us all on/ you can take us all on / you and whose army? / you and your cronies / you forget so easily / we ride tonight / we ride tonight / ghost horses / ghost horses / ghost horses / we ride tonight / we ride tonight / ghost horses / ghost horses / ghost horses //

La decantación final de la osadía corpórea.


Y le escribo sólo porque lee lo que jamás volveré a decirle, aunque admire mi poder de argumento, que no es más que el poder de mi voz opacando la suya, destruyéndole el castillo de mentiras que deliró creer montar a cinco mil kilómetros, pero que se le cae y desvanece automáticamente, como si mi yo-lírico-lobo fuésemos con ninguna artillería excepto nuestros pulmones a soplar su casita de paja, cerdo. Si usamos nuestros cuerpos con el puro afán hedonista del goce, si flagelamos nuestras almas con deseo de que crezca del suelo algo lo suficientemente grande, no sólo para detenernos, sino más bien para eclipsarnos, hacernos sombra, entonces yo me planto en este absurdo de viernes con una botella en la mano que no le abrí, comprendiendo que mi casa anterior no sólo existe, sino que también es habitada por otras personas que no comprenden y jamás sabrán que alguna vez, en ese piso, asqueroso, minado de cenizas, de tierra, de polvo, pasos ajenos, de tantas personas, ideas, mentiras, proyecciones, pozo-péndulo-Poe, sabiendo, porque esta vez sé no haber necesitado ninguna clase de falaz estrellato para levantarme del suelo, rearmarme a mí misma, recomponer mi cuerpo hastiado de la desgracia y salir caminando, reitero, yo también escapé. No existe otra explicación al respecto, posible e imposible, ser-estar-pozo-péndulo, que el mismísimo hecho de haber cerrado una puerta que no podré jamás abrir, tal como él ha decidido, casi al unísono, huir corriendo.

hola, petunia.