16.12.11

Chaparro. Opio en las nubes. Llovía hace un rato. Llovía con histeria. Finalmente, he sangrado. He sagrado. Tengo una conjuntiva inflamada, una protusión en un disco, un cigarrillo en la mano, un agujero en el pecho. Lamento haberme ido a dormir tan temprano, quizás ya no duerma. Como tres mil mails en la bandeja de entrada. Perdí la línea del tiempo como de nueve horas de mi vida. Intentaste descifrar la sonrisa que tenía al teléfono. Odio el teléfono, los detesto. Odio la falta de mi gato ahora. Pienso más en Juan de lo que me gustaría. Estoy, pensando en todo. El otro día te dije que, afortunadamente, ser y estar eran lo mismo. Entonces soy, quizás, el amor que te tengo. Estoy el amor que te tengo. Como cincuenta blisters de pastillas. Autocorrección. La paja que me hice antes de dormir. La falta de imaginación. La sobra de todo lo demás. Pensar y suponer, mirar el reloj a las 15:07. Siempre. Aunque el 44 me encante. El miércoles, el pasto, el piso, vos-yo, Julián, Federico, el libro de Julio eran cosas perfectas. Inigualables. Esta noche es el río, y está frío. Simón hoy a la tarde, dejar de tener que escribir en nombres propios. Te dije, está todo bien, quizás como Sven y Amarilla se hubieran dicho “tranquilo muñeco”. Vos, que sos y estás, supiste, nada está bien. Antes nos enajenábamos. Ahora no sé qué nos hacemos. Hacer, ser y estar. Marcelo está en Tailandia, probablemente con calor. Que le cambió el metabolismo, me dice. Extraño a Gustavo. Y a merced de todo no puedo decirle nada. Que es decirle algo, que es pedirle perdón, yo soy todo eso que él dice. O dijo, ya hace tiempo. Y de cualquier manera, esto está rodeado de imbecilidades, somos: el amor que nos tenemos y el infierno. Hoy falta una semana, y me resisto a contar los días. Me resisto a fumármelos. Tiré el atado de la otra vez. Casi queriendo, porque cuando me dí cuenta todavía no era tan tarde, ahora sí es tarde. Probablemente si pasás por la puerta de mi casa esté en el piso. Me preguntarás, eso es lo que hice con el amor que nos teníamos. Yo creo que con el amor que nos teníamos compramos pasajes para dejar de estar juntos. Asumimos las distancias, y en una semana vos despegarás del piso y yo seguiré en tierra. Era bastante más tranquilizador creer que íbamos a despegarnos los dos. Pero lo que va a pasar es que vos te vas a levantar, inerte, sobre todas las cosas que conocemos. Vas a pensar, como por cinco o seis horas, en la espectroscopía, en Brasil, en The Fly, en Vivian, en Cronenberg, en lo que es algo Camp, en las nueve horas perdidas, en lo que sea que pase estos días, carajo, somos el infierno. Somos mi bolsa de ropa sucia, el deseo, el tracklist que tenemos para coger, con el que eventualmente cogeremos con otros. Vos ya no querés coger. Vos ya no querés amar. Vos ya no querés entregarte a esto. Y probablemente yo esté perdiendo el tiempo, porque he perdido una cantidad enorme de tiempo. Tanto que ayer era miércoles, y por alguna extraña razón Ray Charles me lleva directamente a Barry White y a suspender. A suspender sin haber arreglado, sin haber solucionado. A decir “tranquilo muñeco”, ahora no puedo. Ahora no debo. Ahora no siento. Ahora te escribo y vos ya no querés coger. Los otros me dan la mano, vos me tiraste sal. Como Ale tirará un montón de sal sobre la carne en la parrilla el domingo. Cuando me siente frente a ese plato, cuando lo mire, sabré, lo que estoy a punto de comerme, vivía. Cuando me tiro en tu cama, muerta de dolor, y te acaricio, lo que estuve a punto de comerme, lo que comí, vivía. Como Marcos dijo, y a eso lo vas a leer en algún momento, las putas son más dignas, cobran por serlo. Y yo te dije puta, y te mandé a cogerme. Encontrarnos nuevamente con Julia no fue más que eso. Saber que está ahí y que no vas a poder amarla. Ni siquiera podés amarme a mí. Y yo ya no sé quién es que escribe. Si ella, que me desgarró un homóplato, o yo, que manifiesto ser y estar amándote. A veces te tengo miedo. Todos los días te tengo un poco de miedo y hoy tengo miedo, si bien menos miedo que antes y hace un rato y la distancia. Pero en enero voy a tenerte todo el miedo del mundo. Porque te habrás elevado, y yo seguiré en tierra. Me habré elevado, como sesenta metros, intentaré descifrar cuántos kilómetros me separan de tus brazos. Todo esto es irreal, y a la vez, es más real que nunca. Natalia dijo el otro día, cuando te gane el vicio, espero puedas decir que no. Yo ya me prendí como tres. Amemos al rivotril, aborrezcamos la marihuana, qué ridículo, quiero más sábados. Quiero estirar el pie y tocar a mi gato, y eso es lo que vos estás haciendo ahora. Yo quería vivir en tu casa, vos me echaste. Entonces, esto es el río, y para pasar el tiempo tendremos que tirarle al otro encima un montón de libros. Quiero más sábados. Ellos hablan de distancia, de tomar distancia, qué carajo saben. Qué mierda saben de la distancia, ojalá distancia fuera simplemente dejar de hablar con alguien. Nosotros dos somos la distancia, la pata que le falta a Mishka, vos no leíste a los rusos, lo mal que hacés, lo mal, mal, mal, mal, mal, bien. Ni siquiera es un nombre de mujer. Será nombre de gato, pero no tiene mujer. Yo no tengo mujer, y vos tampoco. Jose, todo esto va a estallarme en una mano como la maldita pirotecnia la noche de tu cumpleaños. La gente festejará, alrededor del mundo, que se terminó tu cumpleaños. Yo tragaré amargo, carajo, somos el infierno, algo camp es una mujer con un vestido lleno de plumas. Puedo saber eso, pero a esta hora no me acuerdo de lo que es una medida de tendencia central, y por qué usar una muestra unilateral. Porque el 5% se encuentra sólo de un lado del cero y podemos descartar la hipótesis nula con una mayor significación. Vos y yo somos-estamos la hipótesis nula de nosotros mismos. Así que bien me gustaría que los dos nos dejáramos de joder un poco con Adorno, que rindiéramos culto a mi religión, la que sabía que tenía, pero enero viene largo, mi amor. Enero viene largo, corazón, mañana necesito que me digas que me amás, y necesito que me ames. Porque por alguna extraña razón estamos durmiendo separados esta noche y esto que me danza alrededor es el infierno. Vos y yo somos el infierno.