31.10.11

nadie lo salva de sí
nadie lo salva de sí
dice pablo

pero hay noches
en las que nos creemos lo contrario

es un poco creérsela, ¿no?
ver el mundo como
un lugar perfectamente transitable

esquivando siempre
rozando,
pasando por el costado
desgarrándose un pedazo de piel
y dejándolo colgado
en un obstáculo
del que nos costó desengancharnos

entonces creo
que nadie lo salva de sí
en tanto él no piense salvarse

nadie lo salva de sí
y a mí tampoco.

26.10.11

por eso en esta distancia absurda a la que nos sometemos
me sonrío

tengo una lista de cosas
tengo una lista de cosas para

hacerte cuando
lista A.

24.10.11

Debe ser que el tiempo es ajeno a la misericordia. Que los brindis son hipócritas, que nunca los propongo yo. Nos equivocamos de a dos o tres noches, nos alejamos del consentimiento. A veces cada uno es cada uno y juntos no hacemos ni medio. Pero de vez en cuando el mundo es un lugar perfecto, mirarse los dedos y sentir que no están manchados. Y a pesar de la perfección, y del miedo, también hay días en los que creo que estamos tan sucios que ya nada podrá lavarnos, o volvernos más puros. La dislocación del llanto. El silencio del alba, de unas cuantas noches. Es el silencio. Esa es la daga que me envenena.

(pero el mundo es un lugar perfecto, está hecho para nosotros)

Los días que me levanté pensando que ya estabas despierto. Los días que me despertaste vos. Las veces que dijiste cosas horribles, como si quisieras verme sangrar. Sabés, extirpámelo. No quiero esto. No lo quería en aquel momento, y aunque lo abracé, ahora no. Mi estadío destructivo y yo estábamos bien. El harén estaba bien. El control y la pérdida del mismo de la mano de la violencia, también estaban bien. Ahora soy dependiente. Ahora creo en la insuficiencia. Creo en el ser insuficiente. Por cada desliz de tu dedo sobre mi mano, por cada abrazo eterno hay un puñal simultáneo que se clava en mi sien. Recordándome la imperfección de lo perfecto. La respuesta siempre es que no quiero. Que no quiero esto, que no quiero aquello, pero definitivamente tampoco quiero dejar de sentir todo lo que me provoca respirarte, tenerte cerca. Lo podemos cambiar, lo podemos cambiar por la libertad, por la parcimonia. Vos podés volver al pasado, continuar con la apatía. Yo puedo moverme. Siempre habré de moverme.

Me miró a la cara y me dijo “ésta es la promesa de algo mejor”. Ahí, desde abajo, desde los diez centímetros menos que yo de altura que tiene. Hizo ese gesto con la mano, con el que generalmente sostiene la mayoría de los objetos que sus huesudos dedos de uñas cortas tocan. Y pintadas. Y mal pintadas, horriblemente pintadas, con algún color extravagante. Yo nuncá llegué ahí y sin embargo estoy acá. Como si fuera un honor.

Entonces lo que tengo que entender por el regalo aquel es que siempre que alguien traiga entre sus manos algo que menosprecia, porque promete la venida de otro mejor, quita el valor que podría haber tenido subjetiva y objetivamente en cualquier circunstancia el objeto en cuestión.

Entonces veo que la promesa, el juramento, es la latencia de que en otro contexto, lo venidero será más ameno que lo actual. Ante los ojos del condicionante, claro está. Porque el libro no era malo, y yo a ella la quería. Y todavía la quiero, pero nunca me regaló otra cosa.

Ahora, el día que me dijiste “vos sos lo más lindo que tengo”, que en realidad no sé si era la conjunción de mi llanto ridículo con un “yo también”, y hacías ese gesto con el brazo, ¿me estabas prometiendo que después venía algo más ameno?, que lo hacías por la pura e innecesaria colisión de ambos en un punto intermedio glorioso que extraño la mayor parte del tiempo. Sobretodo la decisión de reventarme constantemente y resfregarme sobre vos para poder extraer cualquier tipo de fluido que te pudiera hacer sentir caliente. Estoy transfiriendo, ya sé. Pero más que caliente, importante. Insensato, necesario, suficiente. Caliente. Atroz.

Es difícil remontar las situaciones cuando creés que ya dijiste todo. Cuando estás convencido de haberlo hecho. Cuando sabés que te mordiste el labio, y lo seguirías haciendo.

Acababa de llegar

estabas incandescente

y el premio era mío

nada que no cueste sentirse molido a palos

tan temprano como para decir

que quiero algo

que voy a conseguirlo

la carne es débil

pero quizás la lengua

llegó inclusive más lejos que la pija

que la mano.

Me arde (un poco)

en avión

(y a unos cuantos)

incandesente

como cuando te morís sin estar seguro

inventaste todo lo que te hace bien

lo que te hace mal

pero el viernes te consagraste

inmóvil

(es que hay gente)

un día te tiré arriba de la cama

abri la caja

y te arranqué todo

te hice llorar

estás verde

pero no vengo a envidiar el pasado

sólo quiero arrancarte la yugular

quería que me sacaras de casa

pero me metiste más

agujereando cada puto mueble

(giraste)

metiendo cada parte

de mi descuartización

adentro de cada uno

cómo compaginás estar herido

(y estar mojado)

masoquismo: nunca estuve tan caliente como cuando me hiciste sangrar

reproducirlo hasta el hartazgo

no va a ser lo mismo

despertarme con fiebre y lastimarme

no va a ser lo mismo

masturbarme

pero me estoy divirtiendo tanto.

me acaricia la nuca con la yema de un dedo,
el gesto automático es agachar la cabeza, en una suerte de ridícula alegoría.

me gustaba que se dejara el pelo largo.

la casa es un desastre,
los días son más cortos,
hace unos años me pidió que nunca dejara de ser libre.

me dejó

el tiempo
las armas
la ridícula melancolía de la adolescencia
hundida en una suerte de pedestal

que construyó para rendirle culto a mis piernas

para mirarme desde abajo y decirme
que tengo el valor para desagotar la tormenta.
como intentando clavar la mirada en un punto fijo
arrancado con violencia de mi vista

lo de atrás ya pasó

me arden las yemas de los dedos

me revuelvo el pelo
de nuevo
para despeinarme

separo

los
sonidos
de
a
uno

poder presenciar la última gota de silencio
de los escombros
entre edificio y otro

de una casa que acaban de demoler

desmantelar

antes el mundo
se iba a desarmar
(lo mismo había con qué pegarlo)

y lo quería más que al viento,
pero volcó la taza.

Cuando hace frío generalmente es tarde. Yo te dije. Tantas veces. La verdad es que te extraño. La reconstrucción del bloque del pasado, única, la hago por partes. No pienso en el dolor, no cómo me gustaba pensar antes. Era masoquista. Ahora tengo una revolución de los mil demonios dentro mío. Quisiera decirte que si tuviera un sólo amor, sería el tuyo. Que soy la mitad de mujer de lo que era. Si te enamoraste tarde, te confundiste. Si lo hiciste antes, ya no estoy así. El miedo es un campo minado, y la tarea (es) de estar solo. Ayer a la tarde cuando me acosté a dormir, eras lo que más quería. Todas las tardes eras lo que más quería. Ahora puedo tener diecisiete, y ser libre. Ser culpable. Cuando te sostengo, al menos esas responsabilidades van de a dos. Mirarte de reojo, y al horizonte. Es verde. Así estamos. Te arrepentiste. Yo también, y tanto. Lo hago ahora, que puedo agarrarte la mano y decirte “hagámoslo de nuevo”. Seamos condescendientes. Los dos. Que es peor que atravesar el infierno atragantados. O mejor. Sin poder distinguirlo. Hundirme en el colchón, abrazándote. No sos eso, y yo tampoco. La falta de definición es una foto fuera de foco, mi vista al salir del trabajo. No poder distinguir los colores a lo lejos. Ni los números. Ni las letras, ni las calles. Ni tu sonrisa. Ni que estés parado a dos metros, esperándome. Yo te estoy esperando. O estuve haciéndolo más tiempo del que quisiera contarlo, y sin embargo, es tanto menos. Tanto menos que me asusta. Tanto menos que te amo. La decisión es amarte, con vos o sin.

La suspensión total de las condolencias. La conversión de las caricias en mitades irreconciliables. No estamos. No queremos. El futuro abandona las medias tintas. Seremos blancos o negros.

Las tazas a la mañana. Las plumas en invierno. La fiebre. Las dos vueltas de la llave. Las clases interminables. Las conversaciones vacías. Los amigos de otros. Cortarse el pelo. Escribir cartas. Sacar fotos. Cerrar la ventana. Meterse en la cama. Fingir las despedidas. Hablar con uno mismo. Callar, callar. Extrañarnos en el chocolate, en las buenas noches, en las caricias. En las traiciones. El santuario en el que te congelo. Revolviendo el café a las cinco de la tarde. Sonriendo.

Que ya no vas a estar. Pero no duele tanto como que no hayas estado. Y te corono de espinas. De heridas relamidas. De esa tarde en el río que te condena. Que te recuerda. Extrañando a los aviones. A los viajes. Al frío de saberte al lado. Tan cerca pero tan tarde para volver a casa. Olvidarse de irse. Recordarlo tan tarde. Tantas muertes, tantas. Papeles destrozados, esparcidos sobre una cama en la que finalmente lloro.

No hay espinas para coronar
forzar el olvido
yo te digo, mi amor, no hay nada
te desdibujás
sobre el agua
tan innecesario y volátil
como polvo
como el viento cuando dije
(porque dije)
que era menos adorable
que tenerte cerca
(a la devoción la hice trizas)
cuando se mueran tus perros
vas a lamerte la herida
y el silencio será peor
que la daga que me clavaste, caníbal.

Tu fantasma se me resfriega por el cuello. Me ultraja la nuca. Es la reconstrucción de tu boca abierta, en una posición casi irreparable. Abierta. Apenas húmeda por la saliva, por el aliento. Que acercás a mí en un gesto de condescendencia. Tu boca siempre una cortina de palabras inconclusas. De muros erguiéndose frente a mis ojos. A mis párpados sobresalientes. Que te perforaron con toda la parsimonia de alguien que espera. De alguien que llueve. Como si un dedo fuera la llave parcial de una puerta que no abre. Querer coger era como un anillo que usaste el tiempo suficiente como para sentir físicamente su ausencia. El deseo de tener tu esperma entre los dedos fue casi igual. Los anhelos funcionan como astas. Y un pecho es un lugar suficientemente grande como para construir en él una casa, o una pared que se levanta sólo para ser destruida. Para depositar en ella toda la ira que esconden tus silencios.

en ex

Hablás dormido, y gemís dormido, y te movés dormido. Despierto sos, lo que dicen, el choque de trenes. Confío más en tu ojo verde. Es el menos convencional. Cuando temblás sos como un infiel reflejo en el río. Y a mí me gusta mirarte indefenso acostado, y volcarte agua encima.

Ser actual es astringente. Es saber que desataste los mil demonios, y pensarlo todo el día. Es volver a casa, sacarse la ropa y meterse en la cama. Coger hasta el hastío corporal, mental, espíritual. Tener cinco minutos de espamos merecidos, para empezar de nuevo.

Hace un par de noches me puse a leerte algo. Te quedaste dormido, pero llegaste a escuchar que lo único que quería chuparle la prostituta al cliente era el corazón. Yo vengo a lamerte todo.

Ser actual es ponerse un poco menos irónico. Es acariciar el tiempo con la yema de los dedos. Creer que no se escurre. Y dibujar detrás de una risa la paradoja de lo que será ser ex sin querer serlo. Abrazando la idea del abandono, pero no la del indecoro.

Tu cuerpo es el templo que habré de llenar de orgasmos de acá hasta el fin de nosotros. Te corono, te espero. Te corono, te bautizo abriendo una botella de agua a las tres de la mañana, bañándote con ella, y lamiéndolo.

(una cosita vieja)

Estás duro
siento haberme teñido el pelo la semana pasada
lamentándolo
pero fue hace más tiempo
tampoco es tanto, el frío
a veces nos olvidamos de lo que prometemos
portarse mal es
tan normal
y el vacío es un espacio común
a las tres de la mañana
pero a las siete
inmaculado
debajo del marco de la puerta
donde tantos erguidos
dejaron caer la taza
y el amor es un desastre de fluidos
no queda mucho más por hacer
excepto el silencio.

31.7

22.10.11

podés hablar por ayer
por hoy
por la semana que viene
por los meses
y probablemente en un tiempo hables por años

pero no podés hablar para siempre

y si es sábado a la mañana, yo espero.

21.10.11

ayer está raro

te pregunté, finalmente, si podías dibujar al infierno
y me dijiste que sí
porque puede ser un jardín lleno de flores o una pelota

hace tiempo que no estoy sola en casa y
hace tiempo que estoy tan sola

cómo te explico

estoy prendida a todas las ventanillas que encuentro y lloro
sin saber bien qué me duele
ahora que entiendo, supongo
que solemos brindar por los que no saben
y nosotros
nos revolvemos dentro de mi estómago

ayer está raro
y el gato se te sentó encima
recordó lo que eran tus manos
yo las sentí en los homóplatos
volví a creer en mi casa

una casa que dejo, en breve
a merced de alguien que pueda cuidarla mejor
yo no pude cuidarme mejor,
y si bien te quiero así de sucio y despeinado

no es que el olfato olvide, es que
creemos que podemos olvidarnos
de mi casa, de la brevedad
de aquellos que nos cuidan
de que no sabemos cuidarnos
y de querernos, sucios y despeinados.

17.10.11

habráse visto

antes de que se pudra el rancho, yo ya te dije:
lo bueno tiene su momento
si no tiene que pasar ni era bueno
ni va a pasar nunca.

y ahora sí, en tu nombre:
habráse visto

antes de que se pudra el rancho, yo ya te dije:
lo bueno tiene su momento
si no tiene que pasar ni era bueno
ni va a pasar nunca.

y ahora sí, en tu nombre:

15.10.11

a éstas noches las voy a prender fuego

no es fácil hacer dormir al matadero
ni perder jugadores (ni que me agrade)

y vos tenés orgullo y podés recuperarte

me clavaste una daga
envenenada

cómo que
no me conocías

¿cambiaba algo?

sí, es cierto
ahora sabemos

y tu quietud nos castiga

me tomé cuatro cuando llegué
vomité
y tomé tres más

cuando yo te dije
que si perdía hoy
quizás perdía para siempre, te estaba diciendo:
no sé si voy a levantarme

a veces hay
colectivos que hay que dejar ir
porque a éstas noches hay que prenderlas fuego
prefiero arrepentirme
después de haber visto la luz.

14.10.11

pero justo colgué
entre escribirte y leerte

me pregunto
sin atreverme realmente a preguntártelo a vos
dónde estás ahora

que esos ratitos a la madrugada
se ponen eternos
porque es lo único que tengo de vos
hace muchos años y siempre
que atino a decir: se dan sólo cuando querés
porque todavía la querés tanto

y no me duele, te digo
aunque te gusten esas ideas

menos me pesaría
haberte acariciado el pelo
cuando quería

preguntame ahora
con quién me gustaría
no casarme
y te digo

te quiero tanto como antes
te quiero tanto como siempre
inclusive cuando dije que no te quería

te quiero tanto en la distancia
te quiero tanto cuando puedo
porque sabés
los dos nos olvidamos de querernos
cuando queremos a otros.

1.10.11

una destrucción parcial del ser
en pos de su conservación
me van a meter adentro de un imán
y no te hablo de éste mundo

y cuando esté ahí seguramente piense
en la revolución que me llaman a hacer
para recordarme que a veces
tengo teléfono

y soy yo en ambas partes

la pregunta es
¿nos vamos a volver a morir?