13.6.10

Necesitamos una mesa más larga, mamá, para los muertos. Las tres tienen los ojos empapados, recién bañados. Yo las miro impaciente, ansiosa, hastiada. No quiero escuchar la verdad enredada en una madeja de barrabasadas.
A mí no me llueve. Ya lloré demasiado ésta semana por los que no están. Voy a la cama con ellos, ceno con ellos, juego con ellos. Después de un tiempo ya es todo tan normal que ni siquiera me molesta cocinar para dos, tres personas más.

Cada uno vivió cómo quiso vivir, y cada uno hizo lo que pudo.
SG